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Whitaker y Baily: Dos visiones sobre los nacionalismos argentinos, en la década de 1960

Introducción


En la década de 1960, los historiadores estadounidense Arthur P. Whitaker y Samuel L. Baily se dieron a la tarea de elaborar historiografías sobre el nacionalismo en Argentina. Posiblemente motivados por el triunfo de la Revolución Cubana (1953 - 1959) y por el surgimiento de nacionalismos en Asia, África y América Latina. Whitaker menciona que, a pesar que se creía que los nacionalismos habían muerto en la Segunda Guerra Mundial, su estudio se volvió nuevamente importante debido a su reaparición en África, Asia y América Latina[1]. De gran importancia fue la experiencia Argentina por ser la que tuvo más seguidores y un impacto más perdurable, en el Continente Americano. Una posible segunda causa fue la Revolución Cubana. Según Nicola Miller (Miller 2006) los científicos sociales en Estados Unidos “voltearon su atención a los ejemplos de nacionalismo en América Latina, estimulados por el deseo de la Guerra Fría de identificar cualquier amenaza potencial a los intereses de los Estados Unidos” –entre ellos, la alianza entre Cuba y el Bloque Soviético-[2].
A partir de este programa de investigación podemos encontrar tres motivos por los cuales los trabajos de Whitaker y Baily son importantes. Primero, porque los mismos permiten adentrarnos en las metodologías y tradiciones científicas por medio de las cuales los académicos estadounidenses han abordado el tema del nacionalismo y de la modernización en el mundo. Segundo, porque estos nos permiten observar las contradicciones que el curso de la modernización ha generado en distintos estados-nacionales. En el caso de Argentina esta contradicción surgió entre la legitimación del incremento de la participación de los trabajadores en la política nacional – el nacionalismo- y la democratización. Tercero, estos trabajos son importantes porque listan y describen los retos y limitaciones que tuvieron los intentos por crear un nacionalismo a partir del movimiento laboral en Argentina; así como las dificultades que tuvo su proceso de modernización política, ante el surgimiento de gobiernos militares en la primera mitad siglo XX.
Es por la importancia de estas historiografías que el presente ensayo busca realzar y describir los métodos usados por estos autores para abordar el estudio histórico de los nacionalismos en Argentina, las tipologías de nacionalismos creadas por ambos y los eventos y perspectivas que los mismos dedujeron de sus estudios, a tan solo una década de reprimido el experimento peronista en Argentina.
La primera sección expondrá las metodologías usadas por Whitaker y Baily para descubrir e indagar sobre los tipos de nacionalismos en Argentina, desde su origen hasta la caída de la primera presidencia de Perón. En el caso de Whitaker se describirá su metodología dialéctica y dicotómica y en el de Baily su enfoque histórico linear y empírico. La segunda sección tendrá como objetivo listar y explicar los tipos o expresiones de nacionalismo encontrados por estos dos autores, en especial a partir de sus metodologías de investigación. La última sección desarrollará las conclusiones de este trabajo.

I


Para Arthur Whitaker el nacionalismo es la expresión y voluntad de crear una nación[3]. Así, la historia del nacionalismo argentino es la historia del conflicto entre su corriente dinámica, que aspira a crear una nación que mire hacia el futuro, y la nostálgica o tradicionalista, que desea un país que mire al pasado y a lo interno. Estas corrientes, observables en otras partes del mundo, surgieron en Argentina como resultado “(…) de una especie de desacuerdo (…) sobre el tipo de nación que (…) sería[4]. Estos tres supuestos –sobre lo que es el nacionalismo, los tipos de nacionalismo que existen en el mundo y su carácter conflictivo- son importantes para Whitaker. Primero, debido a que la amplia caracterización del nacionalismo le permite a identificarlo con cosas tan dispares como el antiimperialismo o la búsqueda de capitales extranjeros. Segundo, porque la dicotomía entre el nacionalismo dinámico y el nostálgico, junto con su supuesto carácter conflictivo, le darán la oportunidad de desarrollar una metodología dialéctica para categorizar y explicar la historia argentina, desde 1813 hasta la década de 1920.
Según Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966),

“En la primera generación de la Independencia se desarrolló un conflicto entre el nacionalismo dinámico y modernizador de Bernardino Rivadavia, en la década de 1820, y el nacionalismo nostálgico y xenófobo del tirano Juan Manuel de Rosas, en las décadas de 1830 y 1840”.

Sin dar más explicaciones sobre estos nacionalismos, Whitaker menciona que su síntesis se dará luego de la caída de Rosas, en 1852. Esta será expresada por líderes como Mitre y Sarmiento que, “(…) en lugar de descartar el pasado de Argentina, trataron de construir sobre él[5]. Entre  otras cosas, el mismo se caracterizará por buscar la creación de una sociedad abierta, libre comercio y un régimen democrático, entre otras cosas.
Juan Manuel de Rosas

Para 1870 este nacionalismo, que Whitaker denomina liberal o canónico, generará su antítesis, expresada por primera vez en el Martín Fierro de José Hernández. Su principal exponente será Ricardo Rojas, con su libro La Restauración Nacionalista (1909), entre otros. Este nuevo nacionalismo nostálgico se enfocará en defender lo nacional (económico, político y social) contra lo extranjero y apoyará la existencia de un gobierno autoritario que imponga una cultura única nacional[6]. Según Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966) su mayor expresión será el antiimperialismo del gobierno de Hipólito Yrigoyen.
Pero, el conflicto entre el nacionalismo dinámico y el nostálgico terminará con la victoria del segundo, a partir de la década de 1920. Esto obliga a Whitaker a buscar otra forma de categorizar los nacionalismos argentinos. Esta la encuentra en la división entre los nacionalismos de derecha y los de izquierda. Al mismo tiempo modifica su metodología dialéctica, lo cual lo hace pensar que estos nuevos nacionalismos argentinos viven y se desarrollan en un caos histórico[7]. Por ello denomina al periodo entre 1930 y 1943 el del Nacionalismo Policéntrico. En este tendrán cabida expresiones como el nacionalismo católico de derecha, el de izquierda, el militar, el continental y otras variantes sobre las que el autor no se expande[8].
A esta etapa caótico la seguirá la del nacionalismo populista, entre 1943 y 1955. Esta no será el resultado de ningún proceso dialéctico, sino de la habilidad de Juan Domingo Perón para organizar a las masas o trabajadores –descamisados- en la Confederación General del Trabajo (CGT) y usarlas, junto con el Ejército argentino, como fuentes de su poder político[9]. Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966)terminará su recuento argumentando que desde la caída de Perón, hasta la década de 1960, sucedió un nuevo periodo de desorden. El mismo se caracterizó por el surgimiento de nuevos nacionalismos que competirán entre sí, pero ninguno tan fuerte como el populista, como para descartar a los demás.

A diferencia de la dialéctica histórica de Whitaker, Samuel L. Baily partirá del supuesto de que la historia es lineal, al menos para el caso argentino. Esta tiene su origen en la sociedad tradicional y su punto de llegada en la sociedad moderna[10]. Esto excluye el conflicto como una variable explicativa del cambio histórico y obliga a Baily a usar el concepto de movilización, cuyo principal exponente en Argentina son los trabajadores urbanos. Este concepto lo toma prestado de Karl Deutsch y lo entiende como la búsqueda de los trabajadores desarraigados de su tierra o país, de la protección de sus intereses y de una nueva identidad[11].
Estas teorías sobre el progreso histórico llevan a Baily a identificar tres periodos en Argentina. El primero es la formación de las primeras organizaciones obreras del país, entre 1857 y 1930. Estos movimientos fueron “en un grado considerable el reflejo del movimiento obrero europeo. Los grupos obreros obtuvieron sus métodos de organización y agitación, así como sus ideologías y programas específicos, de Europa, y la mayoría de sus miembros y prácticamente todo sus líderes eran europeos de nacimiento[12]. Entre los grupos que comenzaran a organizar el movimiento obrero (Bailey 1967) estuvieron la Unión Tipográfica, en Buenos Aires, los Vowärts, de origen alemán, los anarquistas, el Partido Argentino Socialista de los Trabajadores y la Federación Obrera Regional Argentina (FORA).
Cartel de los Vowärts.

Esta movilización inicial no podrán sobrevivir debido a la división entre anarquistas, socialistas y sindicalistas; al intento de obtener beneficios para el sector laboral por medios parlamentarios; a la falta de compresión de la oligarquía con respecto a las necesidades y condiciones de los trabajadores; al desinterés por integrar el movimiento laboral en la arena política; y al localismo de las distintas organizaciones obreras de la época[13]. Pero, estos esfuerzos fueron exitosos en crear los fundamentos para el surgimiento del nacionalismo obrero argentino. En primer lugar surgirá la organización que sería la base del peronismo: la Confederación General del Trabajo (CGT), en 1930. Según Baily, para este momento, los trabajadores del ferrocarril –quienes tenían el sindicato más grande de Argentina, asociado a la CGT- ya habrían comenzado a desarrollar un nacionalismo incipiente basado en las políticas nacionalistas del FORA, las ideas nacionalista del Partido Socialista y una conciencia del potencial del nacionalismo económico[14].
La segunda etapa del nacionalismo obrero argentino fue la del nacionalismo obrero liberal, representado por la CGT, entre 1930 y 1939. Comandada por socialistas, ésta defendería la modernización e industrialización dentro de una economía de libre mercado, la europeización del país por medio de una inmigración continua, la estricta adherencia a la Constitución de 1853, un gobierno al mando de partidos políticos independientes y que compitieran entre sí y la restricción para que la Iglesia (Católica) y las fuerzas armadas participaran en el gobierno[15].
Este nacionalismo tendría su razón de ser, entre 1930 y 1935, en la necesidad de proteger la democracia argentina y los logros en materia laboral en contra de los gobiernos militares de la época[16]. Ello debido a que los mismo eran percibidos como parte de una alianza fascista internacional con intereses conservadores y antidemocráticos argentinos. Sin embargo, esta razón de ser cambiaría entre 1935 y 1939, cuando la CGT liderada por socialistas seguiría defendiendo este liberalismo, pero para legitimar su poder, ante la movilización de los nuevos sindicatos comunistas, surgidos de la nueva industria y construcción argentinas[17].
El nacionalismo liberal, según Baily (Bailey 1967), murió como resultado de los intentos de Perón por desmovilizarlo, a inicios de los 1940, para crear un movimiento laboral bajo su control. Así surgiría lo que Baily (Bailey 1967) denominó el nacionalismo criollista. Este buscaba crear una sociedad igualitaria, basada en las tradiciones hispánicas y católicas del interior de Argentina, pero adaptadas por los migrantes de la clase baja de las ciudades[18]. De esta forma concluye Baily (Bailey 1967) su estudio, con la descripción de cómo la movilización de los trabajadores, surgida de su búsqueda por un nuevo arraigo en la economía argentina, llegaba a su punto más lejano con la creación de un nacionalismo criollista, que legitimaba su subordinación al poder político de una patrón –Juan Domingo Perón- en función de satisfacer su necesidad de crear una nueva sociedad –moderna(¿?)- en la cual ellos fueran una parte relevante.

II


A diferencia de Samuel L. Baily, quien se enfoca solo en los nacionalismos de tipo obrero, Arthur P. Whitaker (Whitaker 1964, 1966) estudia todos los nacionalismo argentinos. Estos los clasificará en dos grandes categorías: los dinámicos y los nostálgicos[19]. Esta clasificación es importante para él, pues le permite usar una metodología dialéctica en la cual la lucha entre estos nacionalismos combatientes será el motor del cambio histórico argentino. Pero, con el triunfo del nacionalismo nostálgico, en la década de 1920, Whitaker desarrolla una segunda clasificación, basada en la división entre el nacionalismo de izquierda y el de derecha, ambos contenidos dentro del nacionalismo nostálgico[20].
De esta forma, los nacionalismos dinámicos estarán representados por el nacionalismo modernizador de Rivadavia, en la década de 1820, y por el canónico o patrístico, representado por líderes como Mitre o Sarmiento, , luego de la caída de Rosas. Este último se caracterizó por tener la visión de una sociedad abierta, democracia política administrada por una clase gobernante natural, una economía basada en la libre empresa, educación y oportunidades iguales para todos, pacífica, buena vecina, diseñada para atraer capitales extranjeros, inmigrantes, tecnología y cultura[21].
Es interesante observar que dentro de los nacionalismos dinámicos y liberales, Whitaker, a diferencia de Baily, no identifica el nacionalismo obrero previo a 1930. Es más, ni siquiera menciona la organización de los obreros, sino solo hasta hablar de su reorganización, en la CGT, dirigida por Juan Domingo Perón, en la década de 1940.
Los nacionalismos nostálgicos serán el de la época de Juan Manuel de Rosas (1850) y el surgido con Martín Fierro, en 1870, pero mejor expresado por las obras de Ricardo Rojas, en la década de 1910. Según Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966), Rojas ayudará a modificar el nacionalismo argentino en dos sentidos. Primero cambiará el foco del problema de la “civilización” contra la “barbarie”, al conflicto entre el imperialismo contra la defensa de la independencia e integridad nacional –cultural, política y económica-. Segundo, Rojas apoyará el uso de medios autoritarios para lograr fines nacionalistas – como el uso político de las escuelas públicas para promover una sola visión de la nación argentina-. Para Whitaker, el antiimperialismo del discurso del presidente Irigoyen fue la expresión política más importante de este tipo de nacionalismo[22].
Leopoldo Lugones.
Dentro de la categoría de nacionalismos de derecha Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966) menciona dos. El nacionalismo católico y el surgido del grupo GOU con nacionalistas católicos de derecha. Las principales similitudes en ambos nacionalismos es su identidad católica y su rechazo a los movimientos obreros argentinos. Entre los principales exponentes del primero están Charles Maurras, Carlos Ibarguren, Leopoldo Lugones y el Padre Julio Meinville; y, entre los del segundo están Carlos Ibarguren, Gustavo Martínez Zuviría, antisemita, y Marcelo Sánchez Sorondo[23].

Dentro de los nacionalismos de izquierda Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966) menciona el católico y el populista. El primero enfatizaba la necesidad de una reforma social y encontró expresión en el apostolado de Monseñor Miguel de Andrea, Obispo titular de Temnos, entre 1920 y 1940, y luego en el movimiento demócrata cristiano que desapareció ante la popularidad del peronismo. El segundo estuvo primero representado por el grupo FORJA y luego por Juan Domingo Perón. FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) fue surgió de jóvenes del partido Radical descontentos con el gobierno de Alvear, a quien acusaban de traicionar a Irigoyen y de restablecer a la oligarquía Argentina. El contenido de este nacionalismo, según fue desarrollado por sus líderes –Luis Dellepiane y Arturo Jauretche-, fue (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966):

Fuerza de Orientación Radical de la Jóven Argentina (FORJA).
“(…) (1) Un retorno al nacionalismo de Irigoyen y sus antecedentes en el periodo anterior a 1852 (…). (2) Una revitalización de los “postulados ideológicos” originales de la celebrada Reforma Universitaria Argentina de 1918 (…). (3) argentinismo combinado con hispano (latino) americanismo. (4) Apoyo a la tesis de una próxima revolución de las masas en Hispanoamérica en general, y en Argentina en particular. (5) Identificación de FORJA, originalmente, con los estudiantes universitarios de la clase media baja, en Buenos Aires (…). (6) Anti-imperialismo dirigido contra Gran Bretaña y los Estados Unidos.”

Según Whitaker, su apelación al pueblo en general y no a un sector específico de la sociedad, así como su falta de acceso a medios, terminarán por acabar con este nacionalismo –el de FORJA-[24]. Sin embargo, el mismo fue una de las bases del nacionalismo populista y tradicionalista promovido por Juan Domingo Perón.

Para Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966) es difícil encasillar al peronismo dentro de una serie única de ideas o principios. De hecho, esta misma creencia lo hizo abandonar el primer intento de clasificación que hizo del mismo, como neo-fascista (Whitaker, Argentina 1964). Sin embargo, Whitaker[25] sí ve algunos aspectos que identifican al nacionalismo peronista. Primero, a diferencia de los sistemas fascistas o nacionalistas europeos, que apelaban a la clase media contra el proletariado, el peronismo apelaba directamente a los proletarios. Segundo, a diferencia del totalitarismo de los sistemas europeos, Perón nunca hizo un esfuerzo sostenido por imponerse. Tercero, Perón respetó la Constitución de 1853, a diferencia de sus contrapartes europeos quienes cambiaron completamente sus constituciones.   También, para Whitaker (Whitaker, Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism 1966) el centro o eje del nacionalismo peronista fue su identificación con la justicia social y el mejoramiento de la vida de la gente humilde, de los descamisados. Ello le permitió a Perón destruir la independencia del movimiento laboral y construir su base social a partir de los descamisados –trabajadores sindicalizados-, los militares y, eventualmente, un grupo de industriales.

Baily se enfoca solo en el nacionalismo representado por los trabajadores, pues cree que este es el que expresa la fuerza modernizadora por medio de la movilización. Este es un nacionalismo populista cuya función fue “articular las búsqueda de los trabajadores, por estatus, seguridad e influencia en su nuevo ambiente físico y psicológico. El mismo se convirtió en una ideología política cuando los trabajadores comenzaron a asociar sus intereses con aquellos del estado y lo cual resultó, lógicamente, en sus esfuerzos por tomar el estado[26].
Para Baily este nacionalismo tiene dos variantes. Una es el nacionalismo liberal cuyos valores y tradiciones surgieron de los inmigrantes europeos y sus descendientes, los cuales llegaron a Argentina antes de la Primera Guerra Mundial. El mismo buscaba la participación de los trabajadores en la estructura institucional del país, por medio de partidos políticos y un gobierno constituido civilmente. Además, creía en las libertades civiles –característica que comparte con el concepto de nacionalismo liberal de Whitaker- y la limitación de la participación de la Iglesia y las fuerzas armadas en la política, la libertad comercial y el control del Estado sobre la inversión extranjera[27].
La segunda variante del nacionalismo popular, para Baily, sería el nacionalismo criollo. Este buscará la participación de los trabajadores en la estructura institucional del país por medio de una relación directa con los líderes políticos. El mismo tendrá una vena nostálgica y xenofóbica y buscará la creación de una sociedad igualitaria, fundamentada en las creencias católicas y las tradiciones criollas del país. Este será el tipo de nacionalismo representado por el movimiento iniciado por Juan Domingo Perón. El mismo no logrará convertirse en el nacionalismo dominante de Argentina, en parte debido a su abandono en los últimos años del primer gobierno de Perón, y al cortapisas que le pusieron los siguientes gobiernos militares siguientes, como el de Aramburu[28].

Conclusiones


Los trabajos de Whitaker y Baily sobre el nacionalismo argentino son algunos de los más importantes elaborados por la academia estadounidense, en 1960, sobre el nacionalismo en América Latina. Los mismos representan dos formas adentrarse en el estudio de los proceso de modernización mundial. Whitaker usa una metodología dialéctica para afirmar que es el conflicto entre nacionalismos antagónicos el que mueve la modernización hacia delante. Para Baily, este avance tiene que ver con la movilización de los nuevos grupos sociales surgidos del mismo proceso. Ello llevará a Whitaker a desarrollar las categorías de nacionalismo dinámico y nacionalismo nostálgico como tesis y antítesis de este proceso. Para Baily, habrán solo dos categorías. El nacionalismo liberal y el nacionalismo criollista, los cuales no son categorías opuestas, sino momentos históricos dentro del proceso de modernización argentino.
Ambos autores llegaran a una conclusión negativa sobre Argentina. Whitaker considerará que Argentina continuará por un tiempo indefinido como un campo de batalla para los distintos nacionalismos, en particular debido a las divisiones surgidas por la detención del desarrollo económico en la década de 1950. Baily estará de acuerdo en que Argentina está dividida y para él, no habrá consenso político ni nación Argentina, hasta que no se cree un sistema político que represente de una forma fundamental los ideales y aspiraciones de los nacionalistas populares (peronistas) y que permita a los trabajadores participar como iguales en la estructura institucional del país.
De esta forma, ambos autores pasarán a representar  una visión pesimista sobre el pasado y el futuro cercano –a la década de 1960- de Argentina. Ello debido a la detención del desarrollo económico, pero también a la detención del desarrollo del nacionalismo. Para estos autores, el nacionalismo criollista o populista establecido durante la época de Perón era una fuerza importante en la sociedad y la política argentina de los años 1960. Y, esta fuerza, en la visión de ellos, no podía negarse, ni aún con gobiernos autoritarios. Sino que la misma tenía que evolucionar hacia un equilibrio nuevo, para continuar con el proceso de modernización de la Nación Argentina.



Bibliografía

Whitaker, Arthur P. «Argentina: Nostalgic and Dynamic Nationalism.» En Nationalism in Contemporary Latin America, de Arthur P. Whitaker y David C. Jordan, 229. New York, NY: Free Press, 1966.
Miller, Nicola. «The historiography of nationalism and national identity in Latin America.» Nations and Nationalism (ASEN) 12, nº 2 (marzo 2006): 201-221.
Whitaker, Arthur P. Argentina. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, Inc., 1964.
Bailey, Samuel L. Labor, Nationalism, and Politics in Argentina. New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 1967.
Whitaker, Arthur P. «The New Nationalism in Latin America.» The Review of Politics (Cambridge University Press) 35, nº 1 (Enero 1973): 77-90.
Kohn, Hans. «The Nature of Nationalism.» The American Political Science Review (American Political Science Association) 33, nº 6 (Diciembre 1939): 1001-1021.
Eisenstadt, S.N. «Tradición, cambio y modernidad: Algunas consideraciones obre las teorías de la modernización.» Revista española de la opinión pública (Centro de Investigaciones Sociológicas), nº 12 (Abril-Junio 1968): 61-81.







[1] Arthur P. Whitaker y David C. Jordan, Nationalism in Contemporary Latin America (New York, Free Press, 1966).
[2] Las traducción del inglés al español, así como las itálicas son del autor del presente ensayo.
[3] Whitaker, Nationalism, p. 54.
[4] Whitaker, Nationalism, p. 54.
[5] Whitaker, Nationalism, p. 54.
[6] Whitaker, Nationalism, p. 56.
[7] Whitaker, Nationalism, p. 66.
[8] Whitaker, Nationalism, p. 58-67.
[9] Whitaker, Nationalism, p. 67-68.
[10] Samuel L. Baily, Labor, Nationalism, and Politics in Argentina, (New Brunswick, NJ, Rutgers University Press, 1967), p. vii.
[11] Baily, Labor, p. 4-5.
[12] Baily, Labor, p. 10.
[13] Baily, Labor, p. 19, 22-23.
[14] Baily, Labor, p. 48-50.
[15] Baily, Labor, p. 57-58.
[16] Baily, Labor, p. 61.
[17] Baily, Labor, p. 61.
[18] Baily, Labor, p. 188.
[19] Whitaker, Nationalism, p. 53.
[20] Whitaker, Nationalism, p. 58 – 66.
[21] Whitaker, Nationalism, p. 54.
[22] Whitaker, Nationalism, p. 57.
[23] Whitaker, Nationalism, p. 61.
[24] Whitaker, Nationalism, p. 65.
[25] Arthur P. Whitaker, Argentina (Englewood Cliffs, NJ, Prentice-Hall, Inc., 1966), p. 105.
[26] Baily, Labor, p. 185-186. Las itálicas y la traducción del inglés al español son del autor del presente ensayo.
[27] Baily, Labor, p. 57-58.
[28] Baily, Labor, p. 187.

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